2000ko Manifestazioa

Queremos hablar en paz

Bilbao, 29 de Enero de 2000 

Manifiesto

Como en un binomio de luz y de sombra, hoy, tenemos el ánimo dividido entre el eco de la esperanza y la frustración de nuestro sueño más sencillo. Como en un claroscuro, mantenemos vivo el anhelo de paz, a la vez que lo vemos roto con el asesinato de Pedro Antonio Blanco García. Como en una penumbra, nuestros ojos permanecen aferrados al brillo de los derechos humanos para poder distinguir el camino legítimo, en medio de esta confusa oscuridad a la que nos somete el ejercicio de la violencia. De esta manera, cuanto más negra es la noche que nos quiere imponer el fanatismo, más destaca la luz de la palabra paz, entendida como una forma de convivencia en la que el respeto a los derechos fundamentales de todas las personas constituya la base sobre la que desarrollar la potencialidad del diálogo entre las diferentes ideas y proyectos políticos.
Sabemos que la culpa del sufrimiento y de la impotencia que sentimos pertenece, única y exclusivamente, a la voluntad de quienes han elegido el uso de métodos violentos como arma política, pero también tenemos la convicción de que esas injusticias no pueden paralizarnos en nuestras actitudes humanas y cívicas. En este sentido, debemos recordar, una vez más, a todas las víctimas, porque ellas son, ya, el efecto sin remedio, la secuela irreparable, la pérdida fatal que permanecerá incluso cuando las expresiones violentas hayan terminado. El compromiso de nuestra memoria debe otorgarles un significado para que su pérdida no sea inútil y, de esta manera, es obligado erigir el valor de sus vidas en la primera razón para el rechazo de la violencia. Creemos que este motivo es más que suficiente para exigir a ETA que abandone definitivamente el terror como método de fuerza irracional en la defensa de sus proyectos.
Además de las víctimas, el uso de la violencia causa otros muchos efectos perversos sobre el desarrollo de una sociedad que ha asumido los principios democráticos y pacíficos como la única forma legítima de armonizar sus diferencias y de conjugar su pluralismo. Desde el convencimiento de que la diversidad otorga amplitud a nuestra libertad, pensamos que es absolutamente imprescindible que todas las ideas puedan ser expresadas sin la coacción de las amenazas y, al mismo tiempo, que todas puedan ser planteadas y desarrolladas dentro del contexto democrático. Así pues, pedimos que se hagan esfuerzos serios para abordar el conflicto político al margen de la situación de violencia y, sobre todo, para lograr un consenso básico en torno al cual establecer las bases de una convivencia libre, democrática y pacífica.
En otro orden de cosas, es necesario avanzar hacia la mejora en el trato humano con quienes están, legalmente, privados de libertad, de manera que las motivaciones de la política penitenciaria deben ser aquellas que vayan dirigidas a recuperar a las personas para su vida en sociedad y, en cualquier caso, deben evitar todo sufrimiento innecesario.
Por último, no podemos dejar pasar el Año Internacional de la Cultura de la Paz sin celebrarlo de una manera muy especial, puesto que una educación en la que los individuos aprendan a vivir en conflicto y a valorar la pluralidad como una inmensa riqueza constituye el mejor antídoto contra la violencia. Solo de esta forma, podremos garantizar la construcción de un futuro en paz donde la sombra de la violencia sea un borrón que, entre todos nosotros, logramos difuminar en días como hoy.
Muchas gracias

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Gesto por la Paz
Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria