Valoración

A pesar de ser un problema serio y que requería una respuesta potente, la reacción social no alcanzó la contundencia que hubiera sido deseable. Probablemente, dos factores influyeron directamente en la laxitud de la respuesta. Por una parte, era un tipo de violencia silenciosa y oculta, tanto porque se ejercía sobre personas concretas como porque la propia víctima trataba, en muchas ocasiones, de ocultar la amenaza de que era objeto. Y, por otra parte, los actos que convocaba Gesto por la Paz no respondían a situaciones de amenaza concretas (salvo en contadas ocasiones), sino que pretendían ser llamadas de atención a la ciudadanía, actos de sensibilización sobre el grave problema que era la violencia de persecución. Esto pudo restar fuerza a la llamada. Sin embargo, había que evitar por todos los medios incrementar la tensión que sentían las víctimas. El objetivo de aquellos actos era concienciar a la sociedad de lo que estaba ocurriendo y que, de manera indirecta, las víctimas se sintieran reconfortadas, que sintieran el calor de la sociedad. En este sentido, desde el año 2000 hasta el 2008, Gesto por la Paz envió cientos de cartas de solidaridad cuyos destinatarios fueron fundamentalmente representantes municipales, empresarios, sedes de partidos políticos y responsables de entidades bancarias. Sólo en 2001 se enviaron 363 cartas a personas amenazadas o entidades atacadas.

En general, el resultado de toda la campaña contra la violencia de persecución fue positivo, a pesar de que esta violencia continuara. La expresión violencia de persecución se generalizó en toda la sociedad. La gran mayoría de la ciudadanía conoció y se hizo consciente del problema, aunque muchos siguieran prefiriendo mirar hacia otro lado, y, en general, se tomó conciencia de la situación de acoso a la que ETA y su entorno sometían a una parte importante de la población.

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Gesto por la Paz
Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria