Bilbao, 31 de Enero de 2004
Manifiesto
Hoy, nos volvemos a reunir para reafirmar nuestro compromiso con la palabra y la libertad y para expresar nuestro más firme rechazo al uso de la violencia.
De la misma manera que Gandhi, marchamos por un camino largo y duro, a través del cual es imprescindible delimitar los principios éticos que nos han de guiar e insistir firmemente en ellos.
El absoluto respeto al derecho a la vida es el límite del camino que bajo ninguna consideración se puede rebasar. Ahí es donde tenemos que coincidir, en el compromiso con el respeto de todos los derechos humanos para todas las personas empezando por el derecho a la vida y en el rechazo a la actividad terrorista de ETA que asesina y que causa un inmenso dolor, además de ser la principal responsable de la deteriorada situación en que se encuentra esta sociedad.
El absoluto respeto al derecho a la vida es el límite del camino que bajo ninguna consideración se puede rebasar. Ahí es donde tenemos que coincidir, en el compromiso con el respeto de todos los derechos humanos para todas las personas empezando por el derecho a la vida y en el rechazo a la actividad terrorista de ETA que asesina y que causa un inmenso dolor, además de ser la principal responsable de la deteriorada situación en que se encuentra esta sociedad.
La travesía por este largo camino no puede realizarse sin el trabajo conjunto de toda la ciudadanía, reivindicando y utilizando la riqueza de nuestra pluralidad. Debemos actuar con sensatez y hacer todo lo posible para que el desencuentro y la crispación que parecen instaladas en la vida política no se trasladen a la sociedad. Instituciones y partidos políticos deben reconstruir los consensos éticos y políticos previos a la legítima confrontación partidista.
Por este camino son imprescindibles unas reglas: el diálogo frente a la violencia; el respeto mutuo frente a la intolerancia; la exigencia de la universalidad de los derechos humanos frente a quienes sólo reclaman derechos para sí; la defensa de la democracia frente al totalitarismo de quienes ejercen la violencia; la protección de un estado de derecho firme ante cualquier agresión frente al peligro de desvirtuarlo en favor de una supuesta eficacia; la reivindicación de la vida, frente a la muerte...
Para todo ello, debemos cargarnos de esperanza en el futuro porque nosotros somos los protagonistas de nuestro futuro político y social, porque el futuro es de todos y lo tenemos que crear entre todos, porque nunca dejaremos esa responsabilidad en manos de los que utilizan la violencia. Y no lo haremos porque amamos la vida y la libertad.
Muchas gracias.