Manifestación 1998

Avanzamos hacia la paz

Bilbao, 31 de Enero de 1998 

Manifiesto

Nuestra convocatoria de hoy estaba dirigida a todos aquellos ciudadanos y ciudadanas comprometidos con la consecución de una convivencia en paz. Como en años anteriores, deseábamos disfrutar de este momento para reflexionar, y para compartir ideas y sentimientos que nos ayuden a construir una sociedad más justa y más humana. Por desgracia, alguien ha querido convocar, también, al dolor y, efectivamente, hoy, el dolor nos acompaña.
Sin embargo, el dolor que produce la violencia es un invitado no deseado, a cuyo padecimiento no nos vamos a resignar. La tristeza por el asesinato, ayer en Sevilla, de Alberto Jiménez Becerril y de su compañera, Asunción García Ortiz, sumada a la que hemos sentido por todas las víctimas que les han precedido, no va a impedir que sigamos reivindicando la sencillez del respeto a la vida frente a la simpleza de quien la aniquila, la solidaridad frente al miedo solitario y el sentido común de la palabra frente a la estupidez de las armas. Sabemos que la última voluntad de cada víctima sería convertirse, precisamente, en la última víctima. Por eso, su memoria debe servir para fortalecer un compromiso cívico que dé sentido a su pérdida, que no permita que su muerte sea inútil, y que constituya nuestra primera razón para el desprecio de la violencia.
Por otra parte, además de esa solidaridad y de ese dolor compartido que hemos venido a demostrar, hoy, aquí, debemos tener la certeza de que nuestro esfuerzo es, también, la mejor garantía para que la larga sombra de la violencia no ciegue la senda de esperanza que hemos elegido. El umbrío ejercicio violento tendrá, siempre, el rechazo claro y diáfano de una sociedad decidida a resolver sus diferencias por medios humanos y democráticos; una sociedad que, aunque hace todo lo que puede hacer, se siente impotente y obligada, por tanto, a pedir a todos sus representantes legítimos que hagan un esfuerzo sincero por asumir su responsabilidad en el ejercicio de la política. El diálogo debe ser el instrumento básico que posibilite la consecución de los mayores consensos posibles, dentro del respeto a las legítimas diferencias de cada proyecto.
En este sentido, nuestra concepción de la paz no sólo como objetivo, sino también como camino, nos exige la superioridad moral de hacer extensivos todos los derechos que queremos para nosotros a todas las personas sin excepción, incluidas aquellas que más daño nos infligen. Pero, al mismo tiempo, nos otorga la legitimidad para reclamar, a quienes ejercen y justifican la violencia, que hagan lo mismo, para instarles a que reconozcan, incondicionalmente, la universalidad de los derechos fundamentales, y para hacerles saber que tienen la terrible responsabilidad del dolor que nos causan y del abuso que ejercen sobre nuestra razón desarmada.
Por último, aunque es verdad que, hoy, nos ha acompañado la impotencia de quien no puede compensar con su buena voluntad la destrucción cometida por otros, tened la certeza de que el protagonismo de la sensibilidad y el compromiso ciudadano en actos como este, constituye un paso más en el camino de esperanza hacia esa paz que esta sociedad ha demostrado merecer.

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Gesto por la Paz
Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria