Una de las características más específicas de los gestos fue que se convocaran cuando moría cualquier persona como consecuencia de la violencia específica generada en Euskal Herria, al margen de quién fuera el autor y quién la persona muerta. Frente a la oferta de muerte, Gesto por la Paz reivindicaba la vida Anexos:CASCO VIEJO 1990_concentración_ETB 19910501 Deia gesto del Arenal por etarras
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Desde los inicios de Gesto por la Paz, esta idea fue una de las más difíciles de asimilar tanto por parte de gente cercana al propio Gesto, como por una parte importante de la sociedad Anexos:Contra la muerte Hilketaren kontra
. De hecho, la asistencia a los gestos era mucho menos numerosa cuando se convocaban por la muerte de algún miembro de ETA en algún enfrentamiento con la policía o manipulando algún artefacto explosivo. Sin embargo, estos gestos siempre se llevaron a cabo. Y se mantuvieron porque no existía razón que justificara la muerte del victimario. Se mantuvieron por rebeldía a la oferta del terrorismo: muerte frente a la vida. La gente responsable de los grupos de Gesto siempre asumió este principio sin ningún tipo de dudas. En la práctica era una condición sine qua non para formar parte de Gesto por la Paz.
El hecho de que Gesto por la Paz se manifestara en protesta por la muerte de un ser humano miembro de ETA enervaba a la llamada izquierda abertzale. Nunca soportaron que Gesto por la Paz se rebelara también contra lo que ellos creían ‘sus muertos’ Anexos:19890919 prensa gestos Txili y Manu 19891122 prensa Muguruza 19930926 El Correo Garlparsoro
. Hubo varios momentos en los que los asistentes a la mayoría de estos gestos fueron atacados física y verbalmente.
Dos de las mejores reflexiones de por qué Gesto por la Paz se manifestaba en contra de todas las muertes son la de Imanol Zubero y la de Ana Rosa Gómez que se recogieron en Bake Hitzak (en los números 20 y 45, respectivamente). Después de 17 años saliendo a la calle para condenar el uso de la vida humana como instrumento político y reivindicar la vida, Gesto por la Paz fue objeto de una dura crítica por parte de un articulista que entonces percibió que nuestras actuaciones eran éticamente erróneas. La crítica no tuvo demasiado recorrido, pero sí sirvió para que se abriera un debate que sacó a la luz, precisamente, las profundas raíces éticas y humanizadoras de ese gesto.