Presos y detenidos

Los desafíos a los que se enfrentó Gesto por la Paz en relación al tratamiento de los presos y detenidos se podrían resumir en estos pivotes:

  • La actuación correcta del Estado de Derecho en el respeto a los derechos de las personas detenidas y encarceladas.
  • El reto de la reinserción. ¿Cómo conjugar todos los derechos, e incluso los intereses, especialmente los de las víctimas?
  • El reto de la dispersión. ¿Es legal, es lícita? ¿Qué puede hacer el Estado democrático? ¿Qué debe hacer?
  • El reto del cumplimiento de pena. ¿Cómo aplicar la ley para favorecer la reinserción?

El ámbito de los presos y detenidos resultaba especialmente complejo. Desde el entorno de ETA, se mezclaban reivindicaciones legítimas y denuncias plenamente justificadas con una, más que evidente, utilización pública de los presos y una doble vara de medir que se resumía en “todos debemos estar contra la tortura, la dispersión, etc. Sin embargo, el terrorismo de ETA es opinable“. Por otro lado, los partidos gobernantes no querían renunciar a las posibilidades que ofrecía la política antiterrorista y la penitenciaria. Asimismo, tenían el temor de que dar la más mínima razón a los presos de ETA o a sus asociaciones reforzara sus posiciones y minara la moral de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Y las asociaciones de apoyo a las víctimas del terrorismo lamentaban, por su parte, la atención excesiva a un colectivo que les había causado tanto daño y algunas de ellas presionaban para obtener una aplicación de la ley con la mayor dureza que fuera posible.

Este trabajo de reflexión y la consiguiente fase de comunicación en todos los ámbitos, llevó a Gesto por la Paz a tener contactos con organizaciones del entorno del autodenominado MLNV, así como con Interior, Justicia e Instituciones Penitenciarias. Acudió, también, a innumerables debates, encuentros formales e informales; visitó cárceles y ministerios, sin renunciar nunca a convencer.

En el mundo de la izquierda abertzale los presos y refugiados se habían convertido en una bandera de primer orden: objeto de homenajes y denuncias, referente público del sufrimiento causado por el Estado español (y a veces el francés) al pueblo vasco. Consiguieron desarrollar en su entorno social una ceguera selectiva, como si el dolor por sus allegados presos o maltratados o alejados les impidiera ver el dolor causado por el terrorismo; o la concepción de que los derechos humanos son patrimonio suyo como le dijeron al representante de Gesto por la Paz en una charla “no hay derecho de que tengamos que escuchar estas cosas: los derechos humanos son nuestro argumento y no el suyo”. Aún más, llegaron a formular la teoría de la ‘socialización del sufrimiento’: “Dado que nosotros sufrimos tanto, debemos extender ese sufrimiento a los sectores del País Vasco que no lo padecen para conseguir cambiar el entorno político”.

Gesto por la Paz escribió cartas a un buen número de presos de ETA para pedirles el abandono de la violencia y una entrevista en la que poder exponerles las ideas sobre reinserción y acercamiento. Aparte de alguna respuesta desabrida (uno solicitó que se le abonara el sello, el sobre y el tiempo de trabajo que le había costado responder a la carta), Gesto obtuvo una contestación con una invitación para una visita a la cárcel de Jaén.  Fue una visita interesante y permitió a Gesto adentrarse un poco en la psicología de los presos de ETA. Se habla mucho de duros y blandos, pero muchas veces ambas actitudes coexisten en el mismo preso según las circunstancias. Al finalizar la entrevista, el preso decía que estaba dispuesto a cumplir los 30 años de cárcel que le correspondían y que le parecía un precio barato por contribuir a la independencia de Euskal Herria. Un miembro de Gesto le planteó: ¿Y si resulta que ese sacrificio, y el dolor que has causado, han sido inútiles? Su respuesta fue: “Entonces he hecho el imbécil todos estos años”. A lo cual el representante de Gesto contestó: “No descartes esa posibilidad.”

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Gesto por la Paz
Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria